Dice la leyenda popular que Pamplona está sobre una laguna y que un cura, hace ya muchos años, previendo la maldición de alguien, poco querendon con la misma, señalando que la ciudad se hundiría, la conjuró con ceremonia y rigor, enterrando además dos barras de oro benditas en algún lugar de lo que es el parque actual, como ofrenda material y símbolo de desprendimiento de riqueza.
Y dice, por igual la leyenda, que el día que desentierren esas barras, Pamplona se ahogará en las aguas de la mítica laguna.
Espero que nadie las haya encontrado y menos desenterrado, aún tengo en mi corazón un gran afecto por la ciudad mitrada, sus gentes, decenas de amigos y centenares de recuerdos de cuando era un bisoño estudiante de maestro en la Normal Superior.
Solo espero que se ahogue en prosperidad, desarrollo y alegría, aún envuelta en la helada neblina que baja de Claret y se apodera del valle, del Espíritu Santo, como lo nombraron sus descubridores - fundadores, Ursúa y Velazco de Velázquez.
También espero, por lógica simplemente, que las predicciones del falso pastor que no hace mucho escandalizó el pueblito, azotando contra el suelo, cerca de la plaza de mercado, el cadáver de su pequeño hijo, muerto antes de nacer, en las cuales .anunciaba el trágico fin de la ciudad, tampoco sean realidad.
Entiendo que las reforzó cuando las autoridades lo invitaron a salir de la ciudad y regresar a su país.
Sin embargo, de todos modos un halo de temor invade mis pensamientos, en tiempos recientes, es el segundo aviso que la naturaleza entrega y de que manera.
Claro, que no es solo con Pamplona, es con todo el país y muchos lugares del mundo, que resisten el embate del cambiante clima, pero por sobre todo con lluvias y deslaves fuera de lo común y la Ciudad Estudiantil, por eso está muy golpeada.
En octubre del año anterior (2010) fue la quebrada de Brighton y el susto fue enorme, como también los daños materiales. Por fortuna para la humanidad de sus habitantes, nada pasó a mayores, luego todos ellos, con valentía y mucha dedicación, en pocos días, dejaron como tacita de plata la amada ciudad.
Ahora, fue el río Pamplonita, allí donde es joven, pero impetuoso e irrespetuoso y en viernes santo, para nada le importó que la procesión con el Sepulcro del Señor a esa hora transitara las calles.
Esta pequeña avalancha, porque así fue, me hizo recordar la historia que nuestros profesores de la Normal siempre nos contaban, el de una enorme, que nada dejó en pié y se llevó incluso algunas vidas.
Dicen los relatos que por allá, a finales del año 1961, dos derrumbes en la vereda Monteadentro, cayeron y taponaron el lecho de las quebradas Navarro y Cariongo, en ese lugar se formó una gran represa, que adobada con copiosas lluvias rompió una tarde el improvisado dique natural y se llevó todo lo que había a su paso o tapó con lodo, piedras, arena, palos y escombros, lo que no arrasó.
La Escuela Normal, me contó el profesor Gabriel Suárez, sufrió todo el rigor de la naturaleza, muy desnaturalizada por cierto y durante muchos soles con sus lunas, estudiantes, profesores, obreros, voluntarios, sacaron “volquetadas” de escombros para tratar de dejar al descubierto aulas, laboratorios, dormitorios y demás.
Cuentan también que la única que no sufrió en la avalancha fue la imagen de la Virgen María, que aún hoy se encuentra a la entrada del claustro y que desde entonces se le llama “La Virgen del Prodigio”, bueno a ella con todo fervor hay que pedirle para que no sigan ocurriendo estas desgracias.
Los grados ese año debieron posponerse hasta nueva fecha.
En ese episodio también sufrió mucho el acueducto de la ciudad y otras construcciones, que aunque en aquel entonces no eran muchas, si estaban ahí en la ruta de la tragedia.
El Sábado Santo, los que no durmieron siguieron trabajando, limpiando, muchas manos llegaron para ayudar, otros formaron corrillos para hablar de lo ocurrido y unos cuantos para exagerar los hechos.
Pero bueno, por fortuna, de nuevo las vidas humanas, no engrosaron las estadísticas fatales, que ya son altas en esta temporada a lo largo y ancho del país.
Yo se y disculpen si escribo en primera persona, que todos los amigos pamploneses, de esta también van a salir adelante, quien dijo miedo, ellos como todos los santandereanos, son bien arrechos para sortear estas dificultades.
No importa que estén sitiados por los derrumbes en La Miguelera y El Diamante o los otros constantes de Pinatar y Cuesta Boba, no importa dar “el vueltonón” por Toledo para ir a Cúcuta o viceversa, la amada ciudad consentida de la niebla seguirá avanzando aunque tenga otros problemas muy serios en el cerro, ahí frente al Camellón o en el otro donde está colgada Chíchira.
Es una tarea grande para Klaus y enorme para quien lo suceda, es también el momento de renovar los votos hacia el Señor del Humilladero y el Niño Huerfanito, ellos son los místicos guardianes de ese bello pueblo y de ninguna manera lo van a dejar hundir, aunque muchos han tratado de hacerlo.
Ya volveremos a disfrutar de una gélida parranda en la Plazuela y degustar con agrado las colaciones de La Pamplonesa, la Araque o donde doña Rosa Delia (QEPD) o caminar una vez y otra vez desde la parque por la Calle Real.
No creemos que sea factura atrasada que la madre tierra esté pasando, en algún momento todo volverá a ser normal y cuando ese momento llegue ojalá los Comités y administradores, detecten posibles futuros males y pongan remedio como debe ser.
No creemos tampoco que la cosa sea por maldiciones o energías negativas, así se tenga el estigma de Pamplonilla La Loca o un cuasi sello de Sodoma en los Andes. Ustedes me entienden.
Lo único que me preocupa y en verdad desde hace rato, es la sobre población y construcción en sus cerros, pero hacía donde más, es lo que dicen quienes allí viven, pero ahora más que nunca con oídos despiertos a las alertas tempranas.
VAMOS PAMPLONA, QUE NINGUNA AVALANCHA, NATURAL O GENERADA POR EL HOMBRE, ENTIERRE SUS ESPERANZAS, CIUDAD FUNDADORA DE CIUDADES..!
Que así sea. El SEÑOR DEL HUMILLADERO Y LA VIRGEN DEL CARMEN. Patronos de la ciudad conserven los sueños de muchos pamploneses que todavía y siempre querrá la ciudad mitrada
ResponderEliminarYo estaba era buscando leyendas osea los nombre de las leyendas de Pamplona
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