domingo, 16 de junio de 2019

286 años en la casa de los duendes


Ese título suena a cuento y de terror, sí, pero no, pues tiene un algo de todo eso y de pronto un poco más.
 
Pintura del maestro Martinez recreando lo que sería en ese entonces el valle de Cúcuta
Quien iba a pesar que el buen deseo de doña Juana y su obsequio de media estancia de ganado mayor para forjar un nuevo poblado, un 17 de junio dos siglos y ochenta y seis años después, nos tuviera con tantas tribulaciones.



La culpa no es de ella, menos de los que vinieron después, los que no fueron protagonistas y los que sí del terremoto y esas nuevas generaciones que se asentaron, vivieron o se desperdigaron en la ingeniería de cuadrícula como dice el pasodoble de Villamizar Melo.



Y es que uno saca cuentas, hace otras, borra, vuelve a enumerar, pero todo pareciera deducir que nada cuadra.



Es que Cúcuta, toponímicamente hablando de su nombre en honor del cacique expropiado de estas tierras y con significación de “Casa de duendes”, ha sido, es y de pronto será una tierra tan agradecida, que ni los avatares de la madre naturaleza han podido destruirla.



Solo que los “terremotos humanos” en tiempos más recientes si han querido arruinarla, devastarla, hundirla, pero es tan noble como su título real, que resiste y pugna siempre por mostrar su mejor rostro ante tantos intentos de ineptos por deslucirla.



Ya son 286 años de ese tortuoso camino iniciado en la vieja casona de la matrona allá en los predios de su muy querido Carmen de Tonchalá, un sitio tan cercano pero a la vez tan lejano ahora a las querencias de sus hijos nuevos.

 
Pintura que recrea el momento de la firma de doña Juana Rangel de Cuellar de los documentos para la fundación de Cúcuta.

Pero también hay engendros hoy en día, como quizá por eso la denominaron morada de los duendes, que es lo mismo que fantasmas, espíritus o cocos en el argumentario popular de las historias que se arraigan con el tiempo, engendros que la esquilman, la torturan, la despojan de esas virtudes ancladas en las mejores ideas de pioneros y verdaderos vástagos asidos a sus entrañas.



Que Cúcuta fue ciudad adelantada, es cierto, de las primeras por ejemplo en el país en tener luz eléctrica, tranvía, comunicaciones alámbricas cuando apenas se inventaba el telégrafo, de factorías en las más variadas especies de productos como textiles, cervezas, derivados del petróleo y un largo etcétera.




Carmen de Tonchalá, lugar donde residía doña Juana Rangel. Vista de la capilla del lugar.
Pero eso fue ayer cuando grandes hombres y valiosas familias hicieron enorme y respetable su nombre.




No vale la pena lamentarnos, reitero eso fue ayer, lo que si vale la pena ahora es comenzar a resembrar aquella bravura para que de pronto estas y las siguientes generaciones vuelvan a engrandecerla en la dimensión que lo merece.



Seguramente hoy (junio 17) para muchos el día de su cumpleaños pasará desapercibido y a los demás ni les importará, solo estarán pensando en vender más harina pan a los afligidos presurosos que ahora pasan los puentes a pie y no en carros último modelo como antaño, o los que creen que es más importante conocer los refuerzos del Cúcuta Deportivo para el siguiente torneo, o aquellos que solo hilan trivialidades en las esquinas de gobernación, alcaldía o el parque de “la bola”.



Es muy probable que en algún momento toda esta casa con sus duendes, buenos y malos, tenga una nueva oportunidad, vienen nuevos caminos, otros tiempos con sorpresivas puertas que buscan abrirse, pero hay que desmenuzar finamente las propuestas  de quien toque el timbre, pueden ser banales o de milagro esenciales con sustancia vital para todo lo que viene.

 
Cúcuta Norte de Santander, 2019

Claro que es posible, muy posible, miremos con ojos inquisidores, no caigamos en el flojo ejercicio de mirar o compartir como un meme.



La casa de los duendes estará de bicentenario por otros aconteceres históricos en un poco más de dos años,  siete para el sesquicentenario del telúrico episodio y para su tercer siglo solo faltan apenas catorce calendarios, entre otras fechas referencia.



Son momentos para que todos los cucuteños con visión de líderes las puedan cotejar sin temor para signar opciones, digamos que para tener iniciativas asidas a la historia viva de la ciudad.



Es el reto, para decirle al país, al mundo, que si somos una gran ciudad, eje de una región verdaderamente promisoria, que responderá con signos positivos ante ese detrimento de los otros duendes que amparados en ilegalidad, informalidad y hasta criminalidad la tienen asfixiada, oprimida y desamparada.

 
Cúcuta vista nocturna. Imagen tomada de internet.

Que sea hoy en la efemérides de su fecha natal el punto de partida hacia los nuevos tiempos, así presenten desafíos más fuertes.



Feliz cumpleaños amada ciudad, feliz día mi calurosa, amable, consentida y casi olvidada, pero indiscutible referente en la historia de la patria.



No lo olviden amigos, aquí en Cúcuta nació Colombia y otros mapas también, como igualmente un sinnúmero de eventos y cosas que nos hacen sonrojar al recordarlas porque el atraso y  la desventura las han hecho diluir en el sabor acre del olvido.


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