Hoy, cuando de
nuevo en este diciembre retumba en la mente y el ambiente el tas tas de la
pólvora, uno que otro desvencijado villancico y aumentan las quimeras de los
desarraigados, creyendo que de pronto el espíritu de la navidad todo lo puede
cambiar, vuelve como aluvión de nostalgias el tema de Gramalote.
Sí, de pronto para
quienes ya han olvidado el tema, ese pueblito bonito de Norte de Santander, que
un diciembre hace cuatro años, por esta misma fecha, acosado por la madre
naturaleza, expulsó a miles de sus hijos y destruyó sueños, esperanzas y
realidades.
Gramalote, el de las torres altaneras, el del parque con
la estatua de Laureano, el nido de tanta gente buena y proactiva.
Gramalote, el
pueblo del café, la panela, las buenas frutas y
el cielo siempre azul como el
fluido político de muchos de sus hijos.
Gramalote, el de
tantas hembras hermosas, sobre todo de ojos claros y sonrisa perturbadora.
Gramalote, el
pueblito pegado a la montaña, que una madrugada, se desmoronó como la ilusión
de un náufrago en medio de tormenta.
Sí, ese pueblo
colmado de promesas, incluida la de “Juanpa” o “Juanma”, que ese mismo
diciembre lo dijo y lo repitió, pero que
finalmente y hasta ahora, solo ha quedado como si fuera un recado en día de
inocentes.
Van uno, dos, tres,
cuatro años… Cuántos más pasarán ¿? Para ver en tamaño real lo que hay en las
maquetas, lo que sugieren los planos, lo que financian las cuentas que engordan
o se desinflan según el vaivén de los movimientos financieros ¿?
Cuántos estudios,
análisis, proyecciones, observaciones, propuestas, investigaciones,
sugerencias, reacomodos, licitaciones, indicaciones y etc etc…faltan para que
por lo menos se ponga la primera piedra
, pero la de verdad, no la de la foto y la placa con discurso e himno nacional.
Sí, porque la
primera piedra, la segunda, la tercera, y mil más, que les han sacado a los
gramaloteros con tantos ires y venires, con esa o esas, hasta una gran muralla,
más larga que la China, con seguridad ya se habría construido.
Ansío como muchos
colombianos, que por fin, muy pronto unos y otros se pongan de acuerdo, que por
fin, se inicie la anhelada construcción del nuevo pueblo, que por fin, esos
sueños, esperanzas e ilusiones hechas trizas una madrugada decembrina, puedan
respirar un nuevo aire con olor a pueblo y bellos recuerdos, trabajando en el
presente y pensando en el futuro.
Saludos amigos
gramaloteros, que la navidad 2014 no sea lágrima amarga, más bien el eslabón
fuerte de la cadena para amarrar con fortaleza el deseo por la realidad del
nuevo pueblo.
Esperemos que no
sigan sacando disculpas o “más curvas” como dicen en la calle para que la
promesa de “Juanpa” o “Juanma” ¿? Hecha en los más aciagos días se transforme
en verdad.
Y no nos sigan
sacando más piedras, ni a ustedes los directamente damnificados, ni a nosotros,
que como nortesantandereanos también nos duele y muy fuerte la tragedia de ver
rodar el pueblo de las torres altaneras.
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