domingo, 8 de noviembre de 2015

ESA TRISTE TRAGEDIA ANUNCIADA



ARMERO 30 AÑOS...
RECUERDO DE LA TRAGEDIA DESDE CUCUTA
Foto tomada de internet

Por esos días del año 1985, apenas tres décadas atrás, las tragedias llenaron de tristeza y luto al país, primero el holocausto en el Palacio de Justicia y luego  el infame y destrozador recuerdo de la avalancha que borró para siempre la recordada ciudad blanca del Tolima, Armero.

Pasarán muchos años antes que la páginas de la historia sean apenas una referencia en la memoria del colectivo, que a veces quisiera pensar que solo fue una novela de ficción y no hechos marcados con sangre y lágrimas, en la ya lastimada Colombia, de esos años.

Belisario era el presidente, y fue alarmante verlo tan demacrado cuando dió la cara para hablar de los hechos. Infortunadamente la señal de los canales de la televisión nacional por esos días estaba en pésima condiciones, sin parabólica ni internet, tocó pegar oído a la radio y esperar con ansías los periódicos que día siguiente.

Creo que por ejemplo ya, La Opinión, contaba con radio foto o telefoto y por supuesto entraba la era del teletipo con las agencias de noticias.  José Neira había estrenado el suyo en la Voz de la Gran Colombia, si la memoria no me falla, de la AFP.

Cuando ya se arreglaron los canales,  poco a poco fuimos entendiendo con más horror el resultado de esa ecuación maldita, una generada por los mismos seres humanos y otra por la madre naturaleza.

Por fortuna los canales venezolanos de aquel entonces, bueno, tenían todo a su favor por la adecuada señal en esta zona de frontera y algo transmitían de los hechos, pero nada especial, solo los segmentos en sus noticieros, breves y cuadriculados.

De ahí que la radio fue trascendental en esas dos noticias de magnitud, pues ya el posicionamiento de 6 AM – 9 AM, era indiscutible y Yamit con todo su equipo el ganador absoluto en esa franja matinal para contar las noticias de otra manera, la misma que aún sigue en ciertos medios con otros actores y por la que muchos fuimos aprendiendo o moldeando las ganas de informar y estar más cerca de la gente.

En esa época estaba en Caracol, ya como programador en Radio Reloj, lector de noticias de vez en cuando, voz comercial en muchos casos y locutor de infinidad de programas o transmisiones, la experiencia me otorgaba más responsabilidades y así lo visionaba Carlos Pérez Angel (+), lo compartían amigos de siempre como Alonso Fernández Parada, Ismael Contreras Casadiego (+), Luis Ernesto Castro Bayona(+) o lo detestaban algunos otros que no vale la pena ni mencionar.

Lo cierto es que por esos hechos y la transmisión ininterrumpida de las noticias por la Cadena Básica, la gerencia y cumpliendo órdenes de Bogotá, debió implementar nuevos turnos “al aire” echando mano a todo el personal fuera periodistas, deportes o artístico, para matizar sobre todo lo que vendría post tragedia, como información a o sobre familiares de los afectados y conminar a la ciudadanía a la solidaridad para mitigar las necesidades que hechos como el ocurrido, generan.

En lo personal cumplí a cabalidad lo encomendado, “las palomitas” a nivel nacional fueron provechosas y lo delegado para cubrir la transmisión local, también me llenó de satisfacción.

Los oyentes, habitantes de toda esta zona de frontera, de uno y otro lado, fueron altamente generosos con los damnificados, alimentos, medicinas, ropa, dinero, comenzó a llenar los sitios establecidos por Cruz Roja y DC, los entes encargados  para el acopio de las ayudas.

Por fortuna y valga decirlo, no había Maduros ni Diosdados, aunque si problemas con algo de xenofobia, deportados, contrabando, pero a final de cuentas, la frontera bullía siempre con un esplendor diferente, ese mismo que aún no entienden ni Bogotá ni Caracas.

Volviendo al tema Armero, llegó el momento en que las entidades no tuvieron la manera de transportar tanta ayuda, por eso llamaron a Caracol, reitero, la cadena que lideraba los informativos de aquellos años, solicitando cooperación para buscar  una mano amiga y encontrar solución al inconveniente mencionado.

Recuerdo recibí la llamada de un funcionario de la Cruz Roja local, tomé atenta nota, pero antes de comentarla por el micrófono revolqué el directorio telefónico y busqué las transportadoras, la primera que encontré, Coordinadora Mercantil, llamé internamente y pedí hablar con el gerente o encargado, al instante pasó y le comenté el caso brevemente, diciendo que si podía transportar algunas cajas a Bogotá donde se regulaba tal acción de las donaciones, la respuesta fue un rotundo si.

Pensé, lo digo en serio, que algún cupito dejarían en sus camiones, junto a sus compromisos comerciales, para llevar algo de lo que estaban aportando cucuteños y venezolanos.

Para agradecerle le solicité que habláramos un poco al aire por Caracol Cúcuta y fué emocionante escuchar que la oferta entregada por la transportadora no se circunscribió a una o dos toneladas, pues al indagar que cuanto podían llevar sin costo alguno manifestó que todo lo que fuera necesario y que inmediatamente tenía una tracto mula y un doble troque a disposición.

Genial esa forma de colaborar.

Pues además indicó que todo el transporte que se necesitara para llevar todos los aportes para los compatriotas afectados, sencillamente lo harían y sin cobrar un solo peso.

Los días pasaron y luego las historias se iban centrando en temas específicos como el de Omaira, tal vez el momento más estremecedor de la tragedia, pues fue casi, o no, fue verla morir  en vivo y directo.

Todo un país, buena parte del mundo, permaneció expectante a las palabras de la valerosa pequeña y los esfuerzos de muchos para tratar de salvarle la vida.

Todo fue infructuoso.

En Caracol Radio, en ese triste, muy triste momento, coordinaba la transmisión nacional Javier Velázquez, un barbado periodista paisa que hacía relevo del primer equipo comandado por Yamit Amat.

Y ese momento quedó muy bien grabado, impregnado en mi mente y corazón.

Velázquez con un lenguaje serio y conmovedor, pudo describir de manera solemne los últimos minutos de la niña, una crónica narrada con un nudo en la garganta, que por supuesto a nosotros como a los demás oyentes, nos hizo bajar la cabeza y escuchar en silencio cada frase pronunciada.

“Omaira ha fallecido”

Fue el lacónico mensaje… Un silencio sepulcral… Luego algún sonido de música fúnebre invadió el espacio…

Y alguna lágrima rodó o varias mejor, por lo menos en quienes estábamos a esa hora en la cabina de transmisión de Cúcuta; Ismael Contreras, Jorge Villamizar, Lucho Castro y el suscrito.

Algunos segundos después la transmisión continuó registrando más escenas de dolor, algunas de vida y otras de futuro, luego que el enfurecido Lagunilla se tragará la ciudad entera, azuzado por el Ruiz en deslave al revolcarse sus fatales y ardientes entrañas.

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